Muchas personas acuden a nuestra consulta de psicología de Barcelona en busca de herramientas que le permitan liberarse de su pasado y superar sus traumas y las vivencias que les han impactado emocionalmente.
Cuando hablamos de trauma no nos referimos solo a aquellos sucesos que atentan contra nuestra integridad física y psicológica como puede ser el abuso sexual, el bullying o acoso escolar, los malos tratos, una violación, un accidente, una muerte, una enfermedad, etc. También se consideran traumas todo aquello que impacto en nuestro cerebro de modo que dejó una huella que perdura en la actualidad. Puede ser un comentario de una figura referente: “no vales”, “eres torpe”, “eres tonta”, “ya lo hago yo”, “no hay quién te soporte”, “nadie te va a querer”. En ocasiones son miradas, actitudes, chantajes emocionales con enfados, comportamientos o comentarios que te pueden hacer sentir que no vales o no eres suficiente.
De este modo tenemos, un evento desencadenante que pudo ser único o sostenido en el tiempo (por ejemplo un día que me pegaron en el cole o que todos los días me digan en casa que soy torpe o me comparen con otro mejor). Esto genera un impacto en el cerebro que, debido a las hormonas del estrés como el cortisol, impide que la información sea integrada y digerida por el cerebro. El recuerdo se queda encapsulado, atrapado en el tiempo, bloqueado. Concretamente se almacena en la amígdala, que es una región subcortical del cerebro que almacena los miedos y la memoria de hechos importantes para la supervivencia. Este recuerdo no se procesa porque el cerebro más racional no recibe esta información, pasa directamente a la alarma del cerebro que es la amígdala. De modo que de manera irracional, cuando el cerebro detecta situaciones similares a la vivida, se activa la alarma (amígdala) y se desconecta nuestra parte más racional (regiones prefrontales del cerebro). Tu cuerpo reacciona alterándose, se activa, palpitaciones, falta de aire, sudoración, enrojecimiento, temblores, hormigueos, tensión muscular. Tus emociones también se activan: miedo, rabia, tristeza, culpa. Tus creencias desadaptativas sobre ti, los demás y el mundo te cautivan “no soy capaz”, “no soy suficiente” “soy un inútil” “nadie me quiere”.
Todo esto provoca reacciones en ti que escapan a tu control y que te afectan de una manera u otra en alguna o varias esferas de tu vida: la pareja, los amigos, la familia, el trabajo, la relación contigo mismo. Al final se convierte en una espiral porque al verte reaccionando de esta manera te trasmites una imagen de ti mismo que no te gusta y esto afecta a tu autoestima. El sistema innato de procesamiento de eventos emocionales queda bloqueado y no se activa el sistema de autocuración.
Pues bien, la buena noticia querid@s lectores, es que esto tiene solución. Podemos deshacernos de nuestros traumas, podemos superar las cosas que nos impactaron emocionalmente, podemos liberarnos de la ansiedad, de los miedos, aligerar nuestra mochila.
Muchas personas desconocen la técnica de EMDR (Desensibilización y reprocesamiento a través del movimiento ocular). El método fue desarrollado en 1987 por Francine Shapiro y se aplicó con éxito en las personas que habían sido traumatizadas en la guerra de Vietnam. Desde 2013 la OMS (Organización Mundial de la Salud) la recomienda y avala su eficacia tanto en niños como en adultos. Cuenta con un amplio número de estudios científicos que muestra su eficacia para todo tipo de trastornos como la ansiedad, las obsesiones, la hipocondría, la depresión, los trastornos de alimentación, y también para mejorar la autoestima, la confianza, la toma de decisiones, superar miedos, las relaciones de pareja y amigos, entre otros.
La terapia permite reprocesar eventos traumáticos de manera natural mediante la estimulación bilateral del cerebro. Se trata de reproducir algo parecido a la fase REM (movimientos rápidos de los ojos) mientras que estamos despiertos. En estas fases del sueño el cerebro intenta integrar la información emocional, se pueden producir pesadillas. El movimiento bilateral de los ojos que se produce en esta fase del sueño puede ayudar a integrar esa información emocional, ya sea porque reproduce la respuesta de orientación innata del ser humano, porque relaja al cerebro o porque permite que los hemisferios cerebrales interactúen. En EMDR utilizamos en vigilia esta sabia respuesta del cerebro, estimulamos el cerebro de la persona despierta produciendo el movimiento de lado a lado de los ojos, de manera que permite la activación de los centros más racionales del cerebro y la liberación de los recuerdos bloqueados. En definitiva, activa el sistema de reprocesamiento innato de información.
Resumiendo las fases genéricas de esta terapia serían:
1. Realizar conjuntamente un mapa de los eventos que han generado las emociones, sensaciones físicas y creencias disfuncionales actuales. No se entra a relatar con detalle los hechos, simplemente se detectan y se buscan las creencias negativas asociadas.
2. Se establece un plan de reprocesamiento pautado conjuntamente, dependiendo de lo que actualmente esté interfiriendo en la vida de la persona y esté preparado para trabajar ahora.
3. Instalamos recursos en la persona para que pueda hacer frente a sus dificultades actuales, se genera un vínculo de confianza y seguridad. Se pueden instalar en el cerebro inconsciente recursos como fuerza, confianza, calma, lugar seguro, etc. Esto permite que la persona se sienta mucho mejor y pueda hacer frente a su pasado y su presente.
4. Reprocesamos uno de los recuerdos que se elige conjuntamente con la persona, estimulamos el cerebro bilateralmente para que ese recuerdo que quedó atrapado pueda ser asimilado por la persona. Lo que se va experimentando es que ya no se ve el recuerdo igual, se percibe diferente, la persona deja de sentir malestar.
Se instalan las nuevas creencias asociadas al evento traumático. Lo más importante y sanador de todo es que se modifican las creencias asociadas. Si antes pensaba de mi “no soy capaz”, se modifica de manera natural al activar el sistema por “soy capaz”, “me merezco que me pasen cosas bonitas”, etc. Es la propia persona la que elige estas nuevas creencias y pasa (mediante el reprocesamiento) de no creerlas a verlas como algo natural y válido.
5. Se reprocesan el resto de recuerdos que interfieran en la vida actual del paciente, eliminando el malestar y cambiando el sistema de creencias. Se proyecta hacia el futuro con las nuevas creencias y recursos reforzando el sistema con la estimulación bilateral (movimiento ojos) para que la persona las aplique en su vida diaria.
Es un camino precioso a recorrer de mano del terapeuta, donde la persona se va liberando de su malestar, de sus dolencias, de sus creencias limitantes. No es nada mágico ni automático, es un proceso paulatino que requiere normalmente de varias sesiones para reprocesar el evento clave. Lo esencial es el sentido, el para qué. El sentido de todo es que la persona se libere de su pasado y pueda afrontar su presente desde la calma, la seguridad y la confianza. Los recuerdos no desaparecen pero sí su carga emocional y las creencias asociadas. Las técnicas de neuroimagen muestran que existen cambios en el funcionamientos del cerebro tras recibir esta terapia como la desactivación de las zonas de estrés.