BENEFICIOS DEL DIVORCIO PARA LOS HIJOS. ¿NO ME SEPARO POR MIS HIJOS?
La idea absolutista de que el divorcio es algo negativo para los niños se ha convertido en una creencia obsoleta en el campo de la investigación.
En los últimos años, los investigadores destacan que lo esencial es la naturaleza de la relación antes y después del divorcio, eso es lo que determina el bienestar de los niños más que la separación en sí misma (Fabricius, 2003; Amato et al, 2011). En estudios comparativos de familias que se mantienen unidas o se divorcian, el impacto en la salud mental y física de los niños depende del conflicto en la pareja y no del divorcio.
Recuerda que llamamos conflicto no solo a las agresiones o insultos en la pareja, los conflictos no resueltos, la tensión, la evitación y la falta de amor y comunicación también son conflictos que genera un ambiente no seguro para tu hijo.
El estrés que sufren los niños en un entorno cuyos padres desean separarse pero no lo hacen por diversos motivos genera tanto problemas de conducta como psicológicos. Sostener una relación no deseada supone estados depresivos y ansiosos tanto en el padre como en la madre. Los problemas de salud mental de los padres se relacionan directamente con problemas psicológicos en los hijos. Por tanto, finalizar con una atmósfera familiar de tensión, no comunicación, evitación, discusiones o normas contrarias, supone un alivio para los hijos y un incremento de su bienestar psicológico (Booth and Amato 2001; Strohschein 2005)
Si bien es cierto que el divorcio, como cualquier cambio, supone un periodo de estrés, es algo transitorio y mucho menos nocivo que el estrés sostenido por mantener una relación que no funciona. En poco tiempo los niños se adaptan y no tiene porqué tener un impacto negativo a largo plazo. Es un proceso de adaptación transitorio con beneficios a largo plazo.
El hecho de no separarse por los hijos supone una gran deuda emocional en ellos. Inconscientemente tus hijos van a estar en deuda contigo por la renuncia y sacrificio que supuestamente realizas por ello. Esto genera un gran peso en la relación que estás poniendo en tus hijos y que tendrá repercusiones negativas en vuestra relación.
Factores protectores que influyen en la adaptación a la separación según los estudios:
Capacidad de respuesta de los padres. Tanto telefónica como presencial, escuchar con atención lo que necesita y sus emociones, ayudarlo con la tareas cuando lo solicita, hacer las cosas que le apetecen al niño, siempre poniendo límites.
La calidad del tiempo que pasas con tu hijo. La ciencia muestra que más que la cantidad de tiempo es la calidad entendida como la cercanía emocional padre-hijo y la autoridad parental lo que hace que los niños tengan salud mental. La autoridad parental se caracteriza por: compromiso en proyectos conjuntos, escuchar los problemas de tu hijo, ayudar en las tareas escolares, dar consejo, explicar las reglas y uso de disciplina no coercitiva (Amato & Gilberth, 1999)
En nuestra clínica de psicología en Barcelona, tratamos de manera especializada este proceso de divorcio y separación, avalados por los estudios científicos y con toda la empatía que necesitas para este proceso estresante y doloroso que puede resultar de gran beneficio para ti y tus hijos si se sabe hacer bien.
Te acompañamos en tu proceso de separación para dotarte de recursos de manera que resulte lo más fácil y saludable posible para todos los miembros implicados.
Amato, P. R., Kane, J. B., & James, S. (2011). Reconsidering the “good divorce”. Family relations, 60(5), 511-524.
Amato, P. R., & Gilbreth, J. G. (1999). Nonresident fathers and children’s well-being: A meta-analysis. Journal of Marriage and the Family, 557-573.
Booth, A., & Amato, P. R. (2001). Parental predivorce relations and offspring post divorce well-being. Journal of Marriage and Family, 63, 197–212.
Fabricius, W. V. (2003). Listening to children of divorce: New findings that diverge from Wallerstein, Lewis, and Blakeslee. Family Relations, 52(4), 385-396.
Strohschein, L. (2005). Parental divorce and child mental health trajectories. Journal of Marriage and Family, 67, 1286–1300